CÍRCULO DE TEOLOGÍA DEL SENTIDO COMÚN PRESENTA:

ESTEBAN

EL PROTO-EVANGELIO DE

 

JESÚS EL NEZEREO

 

 

 

 

Hubo un hombre, en la Palestina del siglo I (la Judea romana), llamado Esteban (arameo, Kelil; gr Stephanos). Nació y vivió en el Reino del Norte (Galilea y Samaria). Era del linaje “de José”, el patriarca que fue Virrey de Egipto, y Príncipe (Nezer) de las tribus de Jacob (Israel). Del mismo linaje fueron Zacarías el Justo, padre del Bautista Juan, el que fundó la secta de los nazoreos, que más tarde se llamaron mandeos, desterrados en Irak, junto al Éufrates.

Esteban, que es título, significa “Coronado”, como referencia a la diadema del “Príncipe” de Israel, concedida a José por Jacob. La línea Josefina tuvo entre sus preclaros a Josué, Gedeón, Samuel, Jeremías… Hillel, Gamaliel, Zacarías y Juan.

Zacarías el Justo, sacerdote del grupo de Abias, en Jerusalén, al morir asesinado, lo mismo que su hijo Juan, cedió su hijo Abibas a la custodia del Gran Rabban Gamaliel, que le adoptó como hijo junto a Simeón.

Esteban, conocido también como “Jesús el Nezereo” (de Nether, “Corona”), tomó como causa la defensa de su parentela, siendo primo de Juan y sobrino de Zacarías, ambos profetas predicadores de la Justicia de un Reino nuevo (el “Reino de Dios”), frente a los autores de su asesinato, los sacerdotes y ancianos de Sion, en Judá.

Las disputas que Esteban tuvo con los escribas, fariseos y sacerdotes del templo de Jerusalén, le llevaron a la muerte. Él fue el Mártir de los nazoreos (notzrim) a manos de los judíos, por lapidación y colgamiento de un madero, lo que dio lugar a la secta de los cristianos en el tercer decenio del siglo I en Jerusalén.

Esteban predicó la religión del Hijo del Hombre, el que proclama la justicia como realización de la dignidad y los derechos del hombre de la calle: los humildes, los pobres y pecadores, frente a la religión del templo, la que practicaban los puros y poderosos, convertida por los judíos en mercado en nombre de Yahvé.

El acontecimiento histórico tuvo lugar en el año 32 de nuestra Era. Sucedió en el tiempo de Poncio Pilato, prefecto de los romanos en Judea, poco después de que el profeta samaritano que a sí mismo se denominaba Bar Abbas (“hijo del padre”) encabezara una rebelión, como manifestación cívico-religiosa, en el Monte Garizin, después de ser proclamado El Salvador (Taheb) en Samaria, y Rey de Israel por Natanael (Dositeo), el hombre principal, maestro y sabio en Caná de la Alta Galilea.

Allí, “los Siete” (Esteban y sus discípulos, tomados de Juan el Bautista, a la muerte de éste), eran admirados por el pueblo, que se beneficiaba de sus milagros de curación y de sus servicios (diakonía), en la mesa y en la palabra, en los que también participaban “santas mujeres”, entre estas, Salomé la esposa y viuda del tetrarca Filipo. Pero el tetrarca de la baja Galilea, Herodes Antipas, en connivencia con Poncio Pilato, le perseguía, después de haber asesinado a Juan el Bautista, al que consideraba rival en el Reino de Israel.

Los preparativos de la concentración pacífica en el monte Garizin fueron desbaratados militarmente por Pilato, que ajustició a los principales de los samaritanos participantes en la manifestación mesiánica, aunque Barabbas huyó hacia Judá, donde también servía a los pobres y a las viudas. Y allí entró en disputa con fariseos y escribas de distintas sinagogas de la diáspora, y con sacerdotes y ancianos del Sanedrín del templo, que lo detuvieron y le acusaron, con pruebas falsas, ante el Sanedrín de Judea, de blasfemo y disidente. Pero la magistratura del Palacio de Herodes en Cesarea del Mar, donde se juzgaban las causas penales de la provincia, le consideró inocente.

Vuelto a Jerusalén, allí fue aclamado como Rey. Una sentencia de las autoridades locales, en la que el presidente del Sanedrín, Gamaliel, no participó, lo condenó a pena de muerte según el Deuteronomio. Y conducido a las afueras de la ciudad, fue apedreado, participando en el linchamiento y organización del asesinato el fariseo Saulo, que luego se arrepintió y se convirtió en el Camino de Damasco.

Arrojado su cadáver a las bestias en el campus del Gólgota, se hizo cargo de su sepultura José de Gamala (Arimatea), junto a otras “personas piadosas, que hicieron gran duelo sobre él”.

El evangelista Lucas recogió este episodio de “la pasión de Esteban” treinta años después del acontecimiento, en un libro de Actas, cuyo destino era la defensa de Pablo de Tarso ante el Senado de Roma, con motivo del juicio promovido por las autoridades de Jerusalén, que le acusaron, siendo Paulo ciudadano romano.

El relato de Esteban, es una pieza independiente recogida por Lucas de alguna crónica samaritana elaborada por los Nazoreos. Su colocación como capítulos 6 y 7 del libro Hechos de los Apóstoles, resulta una dislocación. Posiblemente fue, en el proyecto de Actas el capítulo inicial, en el que se describe y exalta la figura del héroe, como testimonio de un proceso en el que se relatan los momentos significativos de la actividad del procesado Saulo de Tarso, iniciador y protagonista de un drama injusto del que él se mostraba arrepentido, y luego converso a la fe del fundador de una religión de carácter ético y universalista y cuyo liderazgo Pablo había recogido como “cabecilla de los nazoreos” y “apóstol de los gentiles”, siguiendo el credo del fundador.

El libro de Actas fue redactado antes del año 70, año en el que tuvo lugar el asalto romano de Jerusalén, y presentado ante el Senado romano antes de la muerte de Pablo, acaecida en torno al año 63. Pero el suceso narrado de la muerte de Esteban, episodio inicial, se remite al año 32.

Del análisis crítico del relato del Mártir, hecho con objetividad y sentido de la realidad, se derivan una serie de conclusiones que permiten su valoración para el conocimiento de la verdad histórica:

-          El único personaje nombrado en el relato, aparte de Esteban, es Saulo, un joven fariseo, que le acusaba fanáticamente, estando al servicio de los verdugos cuando apedreaban al protagonista. Se suele desconocer que Pablo conociera históricamente a Jesús, aunque él describe como le reconoció en el “Camino de Damasco”, mostrándole arrepentimiento y declarándole su fe de converso, después de haberlo entregado a la lapidación y colgamiento.

-          Esteban no alude, en ningún momento, a su seguimiento personal como discípulo de Jesús, ni menciona la causa de éste, su pasión y muerte, en todo el Discurso que tuvo ante el Sanedrín.

-          En los pasajes en los que Esteban nombra a “Jesús” se puede estar refiriendo, e invocando a Josué (el Jesús antiguo, Yehoshúa), el sucesor de Moisés como líder de Israel: “Esteban vio la gloria de Dios y a Josué a su derecha” (Act. 7, 54-60). Yehoshua significa “salvación de Yahvé”, lo mismo que Oseas, nombre inicial del caudillo Josué. Esteban vio a Josué, “el Salvador” de Israel, “a la derecha de Dios”. En Actas 6,59, Esteban invoca: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”, donde “Jesús” parece un añadido piadoso.

-          El mismo Josué es el invocado por Esteban como “el Justo”, pues él hizo el Pacto nacional de las tribus de Israel en Siquem: “Entonces, Josué hizo un Pacto con el pueblo aquel mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem” (Jos. 24). Por eso a Yehoshúa se le dio el nombre de “el Justo”. También cabe la posibilidad de que el Justo sea Zacarías, cuya causa Jesús Esteban defendía.

-          El párrafo en el que se nombra a Jesús el Nazoreo (Act. 6,14) puede haber sufrido un error de traducción o una tergiversión: “porque le hemos oído decir que ese nazoreo, Jesús, destruirá este lugar santo y cambiará las tradiciones que Moisés nos legó”. Una mejor traducción, en contexto 6,13 y 6,14, puede ser: “y presentaron testigos falsos que dijeron: este hombre habla continuamente en contra de este lugar santo y de la ley; porque a este Nazoreo, Jesús, le hemos oído decir que destruirá este lugar santo y cambiara las tradiciones que Moisés nos legó”. (Véase, Internet, “Biblia Paralela”: Hechos 6, 13-14). (V. Lc. 23,2; Mc. 14,58).

El mismo autor de Actas, Lucas al que también se atribuye la autoría del Tercer Evangelio Sinóptico, “según Lucas”, en ambos documentos, vistos comparativamente, traza un paralelismo entre las figuras de Esteban y Jesús Nezereo, de cuyo examen se deduce la identificación de ambos personajes en uno y otro episodio:

 

Esteban de Actas

 

·         “Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo…” “lleno de gracia y revestido de poder, obraba grandes prodigios y señales entre el pueblo” (Act. 6, 5-8).

·         “Se levantaron algunos…, que discutían con Esteban y no podían resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba… (Act. 6, 9-10).

·         “No pudiendo, pues, hacer frente a la verdad… indujeron, bajo mano, a unos hombres que dijesen: Hemos oído a este proferir palabras de blasfemia contra Moisés y contra Dios” (Act. 6, 10-11).

·         “Y excitaron al pueblo y a los ancianos y hombres íntegros, con intención de cogerle alguna palabra, a fin de poder entregarle al poder y jurisdicción del gobernador” (Act. 6,12).

·         “Y presentaron testigos falsos que decían: este hombre no cesa de proferir palabras contra este santo lugar y contra la ley” (Act. 6,12).

·         “Y mirándole fijamente todos los que se sentaban en el Sanedrín, vieron su cara como la de un ángel” (Act. 6,15).

·         “Y gritando grandes voces, se taparon los oídos y se precipitaron todos unánimente contra él” (Act. 7,57).

·         “Y él dijo: He aquí que contemplo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios” (Act. 7,55-56).

·         “Y habiéndole echado a empujones fuera de la ciudad, le apedrearon” (Act. 7,58).

·         “Esteban rogaba y decía: Señor, Jesús, recibe mi espíritu” (Donde “Jesús” parece un añadido (Act. 7,59).

·         “Clamó con gran voz: Señor, no les demandes este crimen” (Act. 7,60a).

·         “Y dicho esto, descansó en paz” (Act. 7,60b).

·         “Y unos hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban” (Act. 8, 2a).

·         “He hicieron grandes muestras de duelo sobre él, golpeándose el pecho” (Act. 8, 2b).

 

Jesús en el Tercer Evangelio

 

·         “Jesús, lleno del espíritu Santo…” (Lc. 4,1). (Act. 2,22).

·         “pues el pueblo todo, oyéndole estaba pendiente de sus labios” (Lc. 19,48).

·         “se presentaron de pronto los sumos sacerdotes y escribas con los ancianos, diciéndole: ¿Con que autoridad haces estas cosas? (Lc. 20,1).

·         “Y trataron los escribas y los sumos sacerdotes de echarle mano, al tiempo que temían al pueblo” (Lc. 20,19).

·         “Y habiendo estado al acecho, enviaron espías, que fingieron ser justos, para sorprenderle en alguna declaración a fin de entregarle al poder y autoridad del gobernador” (Lc. 20,20).

·         “Y habiéndolo prendido lo llevaron e introdujeron en Casa del Sumo sacerdote” (Lc. 22,64).

·         “Se reunió el concilio de los ancianos del pueblo, los sumos sacerdotes y los escribas, y le llevaron ante su Sanedrín” (Lc. 22,66).

·         “Y comenzaron a acusarle, diciendo: Hemos encontrado a éste amotinando a nuestra gente” (Lc. 23,2.- V. Mc. 14,58).

·         “Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a las masas: Yo no encuentro ningún delito en este hombre” (Lc. 23,4).

·         “Y levantaron el grito, toda la muchedumbre unánime, diciendo: Quítale de en medio… crucifícale… Y sus voces se hacían cada vez más violentas) (Lc. 23,23).

·         “Dijoles: a partir de ahora estará el Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios” (Lc. 22,69).

·         “Y echándolo fuera de la finca, lo mataron” (Parábola de los labradores malvados) (Lc. 20,15).

·         Y Jesús dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23,46).

·         “Y Jesús decía: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34).

·         “Y dicho ésto, expiró” (Lc. 23,46).

·         “Y un hombre, de nombre José, que era sanedrita, pero varón bueno y justo… natural de Arimatea…, habiéndolo descolgado lo envolvió en una sábana y lo depositó en un monumento…” (Lc. 23,50-53).

“Y las gentes… se volvían, golpeándose los pechos” (Lc. 23,48).

 

El refrendo y confirmación del Evangelio de Esteban, narrado por Lucas en Actas, halló testificación documental en un manuscrito depositado hacia el Siglo X en un Monasterio del Monte Athos (gr. Agion Oros), “Montaña Sagrada ” de Grecia.

El CÓDICE DEL MONTE ATHOS se encuentra en el Monasterio de la Gran Lauda o Vatopedi, dentro de un conjunto de 20 monasterios que forman la comunidad monástica de la Montaña Sagrada, y que contiene una gran biblioteca con 2046 manuscritos, 165 códices y 30.000 libros impresos. Vatopedi fue fundado en la segunda mitad del Siglo X (1972) por tres Monjes de Edirne: Nikolaos, Athanasios y Antonios. El Codex Stephanos está escrito en lengua georgiana, y en él se narran los episodios relativos al suceso martirial de Esteban.

Se dice que la fuente documental del códice procede de Cesarea del Mar, donde estuvo la Magistratura del Gobernador romano, y donde Poncio Pilato levantó Actas (Acta Pilati) del juicio que tuvo lugar contra el Nezereo (StephanosBar Abbas, promovido por el Sanedrín judío de Jerusalén.

El relato del códice, encabezado por el título Stephanos, narra que el suceso tuvo lugar en Judea en el tiempo “de la Ascensión”, termino que hace referencia al Gran Año del acontecimiento histórico narrado, entre otros, por el historiador Tácito en sus Anales VI, 28, del “Ascenso del Ave Phoenix”, fijado en el año 32 d.C. Fue el Año en el que se reunieron en Egipto muchos sabios: de Babilonia, de Persia, de Samaria, de la Tebaida, de Etiopia…, y discutieron sobre “la Resurrección” del Salvador de la Humanidad.

Stephanos tomó partido por la causa de Juan el Bautista, doctrinalmente en la línea y tradición del Maestro de Justicia, seguida por Hillel El Sabio y su nieto Gamaliel. Era una Escuela liberal y progresista, defensora del Hombre y sus derechos y libertades, enfrentada a la Escuela de Sammai, que seguían la mayoría de escribas y fariseos, con los sumos sacerdotes, defensores del purismo de la tradición judía, y que asesinaron al padre de Juan, Zacarías el Justo, del grupo de Abias.

Los adversarios de Stephanos (Jesús Nezereo) lo llevaron ante Pilato, pidiendo pena de muerte para él, como bandido y disidente. Pero Pilato defendió a Stephanos en la Corte y Magistratura romana, y lo soltó como “hombre inocente”. El mismo Pilato y su mujer se convirtieron a la causa de Stephanos.

Ya liberado por el Prefecto romano y, pasado un tiempo, Stephanos fue llevado ante el sumo sacerdote Caifás, acusado de blasfemia. Y entre los fariseos que le acusaban estaba Saulo, como él, también discípulo de Gamaliel, lo que dio lugar a una violenta discusión, resuelta por el mismo Gamaliel, que entonces presidia el Sanedrín de Jerusalén. Pese a ello, hubo una traición a esta resolución, y los sanedritas escribas y fariseos, con los sacerdotes, urdieron un complot para matarlo. El escriba Alejandro y el tetrarca de Galilea Herodes Antipas, tramaron una estratagema, apoyada en testigos falsos, que llevaron a Stephanos al cadalso. Y Saulo pedía insistentemente la lapidación, y después se dedicó a perseguir a los discípulos de la asamblea del Mártir.

Pilato, Gamaliel, Nicodemo y Abbibo, emparentados con el también samaritano-galileo Juan el Bautista, todos ellos testigos del proceso injusto contra Stephanos se comprometieron en un final que eludiera la ley judía, dándole piadosa sepultura. Por esta razón, también Nicodemo y Abbibo serían perseguidos y martirizados, pues la autoridades judías querían que el cadáver del “colgado”, como “maldito de dios” fuera devorado por las fieras y su memoria quedara olvidada.

Pero Pilato, a solicitud de José (Gamaliel), le concedió un entierro digno y una tumba familiar, protegida por el propio Pilato.

Y desde la “tumba del jardín”, para evitar ultrajes, el cuerpo de Stephanos fue llevado a la Villa de Kafar-Gamala o “finca de Gamaliel”, situada en Arimatea (hoy, Beit Jimal), donde, en el año 415, un circulo de clérigos estudiosos del Nuevo Testamento encontraron, por “revelación de Gamaliel”, el monumento sepulcral de la familia, con sendos nichos presididos por los nombres de Gamaliel, Nicodemo, Abbibo y Stephanos. El acontecimiento fue denominado “la Invención de San Esteban”. 

 

 

fanatismo religioso